El tiempo para compartir comenzó a escasear y el silencio a invadir.
El cansancio se ocupaba de él y ella se preocupaba por él.
Invadidos con pocas palabras, se esforzó tratando de entender el supuesto cansancio.
Intentó respetar el silencio que él imponía. Lo imitó y suprimió necesidades, deseos y hasta revuelos hormonales, preocupándose mientras él se desocupara.
Aturdida con el silencio, se buscó y no se encontró. Lo buscó y tampoco estaba él.
Seguramente, está ocupado aún. O quizá las palabras aturdieron su silencio.
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